The Ideal behavior of the Muslim Spanish Language: The Muslim and his Person | El comportamiento ideal del musulmán : El musulmán y su Persona
Ideal behavior of the Muslim in Spanish Language: The Muslim and his Person - El comportamiento ideal del musulmán : El musulmán y su Persona
En el nombre de Alá, el Compasivo, el Misericordioso!"Cuanto más sabes acerca de Alá, Mahoma, el Islam, más los amas"
The Ideal behavior of the Muslim Spanish Language The Muslim and his Person El comportamiento ideal del musulmán El musulmán y su Persona:
El Islam quiere que el musulmán se
destaque entre las personas, distinguiéndose por su apariencia, vestimenta,
comportamiento decente y buenas acciones, para que sea un buen ejemplo y un
digno portador del grandioso mensaje que le transmite a las personas.
Según un Hadîz narrado por Ibn
Al-Handhaliiah, el Profeta r
les dijo a sus Compañeros cuando iban de viaje para encontrarse con sus
hermanos en la fe:
"Van a visitar a vuestros hermanos,
así que reparad las monturas y aseguraos de estar bien vestidos, para que os
destaquéis entre las personas como un adorno porque Alá no ama la
fealdad". Transmitido por Abû Daûd y Al-Hakim en Al-Mustadrak. Su
Isnâd es Hasan
El Profeta r consideró que ser dejado y descuidado,
y tener la ropa desaliñada y sucia, es una forma de la fealdad que es
reprochada y prohibida por el Islam.
El musulmán correcto no se descuida, no
importa que tan ocupado está con sus responsabilidades islámicas, porque la
apariencia exterior del ser humano no puede separarse de su naturaleza interna.
Un aspecto refinado y agradable es
propio de un ser noble y decente. Así es como el musulmán que invita a otros a
adorar a Alá debe ser.
El musulmán correcto consigue un
equilibrio entre las necesidades de su cuerpo, su mente y su espíritu. Le
otorga a cada uno de ellos la atención que se merecen, y no exagera en un
aspecto en detrimento de otros. Busca el equilibro adecuado y sigue la sabia
guía del Profeta Muhammad r.
‘Abdullah Ibn ‘Amr Ibn Al-‘Âs t
informó que el Profeta r
se enteró de la exageración de su culto, y por eso le dijo: "¿Escuché que
ayunas todos los días y rezas durante toda la noche?" Él le respondió: Esa
es la verdad mensajero de Alá. Entonces el Profeta r le dijo: "No hagas eso. Ayuna y
aliméntate, duerme y levántate para rezar. No olvides que tu cuerpo tiene
derecho sobre ti, tus ojos tienen derecho sobre ti, tu esposa tiene derecho
sobre ti, y tus huéspedes tienen derecho sobre ti". Transmitido por Al-Bujâri y Muslim
¿Cómo puede el musulmán conseguir un
equilibrio entre su cuerpo, su mente y su alma?
1.
El cuidado de su cuerpo
-
La moderación en la comida y la bebida
El musulmán cuida adecuadamente su
cuerpo, su salud y fortaleza. Por eso es moderado cuando se alimenta, evita ser
glotón y consume solamente lo que necesita para mantener su cuerpo saludable y
enérgico.
Dice Alá en el Corán:
{Y comed y bebed con mesura,
porque Alá no ama a los inmoderados.} [7:31]
También el Profeta r aconsejaba la moderación en la comida
y la bebida, dijo:
"No hay peor vasija que el ser
humano pueda llenar que su propio estómago. Cuando coma que la comida ocupe
sólo un tercio, la bebida sólo un tercio, y que deje un tercio para el
aire". Hadîz Hasan, narrado por Ahmad, At-Tirmidhi
‘Umar t
dijo:
‘Tened cuidado de llenar vuestros
estómagos con comida y bebida, debido a que es dañino para el cuerpo y causa
enfermedades y pereza para realizar las oraciones. Sed moderados cuando comáis
y bebáis porque es más saludable para vuestros cuerpos, y además evitáis
desperdiciar y derrochar vuestro dinero. Alá no ama al hombre gordo que vive
pródigamente; por cierto que el hombre se condena cuando sus pasiones
predominan sobre su religión".
El musulmán evita toda droga y
estimulante, sobre todo aquellos que son claramente conocidos como Harâm.
Se acuesta temprano y se levanta temprano, y no toma medicamentos salvo cuando
se enferma. Además, todo en su estilo de vida apunta a promover su salud y
energía.
El musulmán inteligente sabe que un
creyente fuerte es más amado por Alá que uno débil, como lo dijo el Profeta r, por eso intenta fortalecer su cuerpo
a través de un estilo de vida saludable.
-
Realiza ejercicios regularmente:
Aunque el musulmán normalmente disfruta
de su buena salud física, debido a que se abstiene de ingerir alimentos y
bebidas prohibidos (Harâm) o perjudiciales, y evita los malos hábitos,
como quedarse hasta muy tarde o hacer actividades que pueden ser insalubres,
asimismo debe hacer un esfuerzo para mejorar su fuerza corporal.
Los hábitos saludables en las comidas
que ingiere son complementados por un programa de ejercicios organizado,
apropiado a su condición física y edad. Esto le da fuerza, energía y vitalidad
a su cuerpo para cumplir mejor con los actos de adoración.
Para beneficiarse del ejercicio físico,
planea una rutina regular y no la abandona. Todo esto lo hace organizada y
sistemáticamente, sin excederse, y con moderación, como es la característica
del verdadero musulmán en todo lugar y época.
-
Su cuerpo y su ropa están limpios
El Islam quiere que el musulmán se
distinga entre la gente por su higiene. Por eso tiene normas de higiene
personal, bañándose frecuentemente de acuerdo con las enseñanzas del Profeta r, quién animó a que las personas se
bañaran y usaran perfumes, sobre todo los días viernes, dijo:
"Bañaos los viernes y lavaos
vuestras cabezas aunque no estéis en estado de Yanâbah, y
perfumaos". Transmitido por Al-Bujâri
El Profeta r le dio tanto énfasis a la limpieza y a
bañarse que algunos de los cuatro Imâmes[1] consideraron el Gusl
obligatorio (Uâyib) antes de la oración del viernes.
Abû Hurairah t
narró que el Profeta r
dijo: "Es deber de todo musulmán tomar un baño al menos una vez cada siete
días; lavarse el cuerpo y la cabeza".
Transmitido por Al-Bujâri y Muslim
El verdadero musulmán mantiene sus
ropas y calcetines limpios, revisándolos para estar seguro que no tienen olor
desagradable. También usa perfumes. Se informó que ‘Umar t decía: ‘Quien gasta un tercio de su
salario en perfumes no está derrochando dinero’.
El musulmán correcto cuida su boca para
que no tener olor desagradable. Limpia sus dientes todos los días con un Siuâk,
cepillo de dientes, pasta dentífrica y enjuagues.
‘Â'ishah t
narró que el Profeta r
siempre que se despertaba de dormir, ya sea de día o de noche, lo primero que
hacía era limpiar sus dientes con el Siuâk antes incluso de realizar el Udû'.
Hadîz Hasan transmitido por Ahmad y Abû Daûd
La importancia que el Profeta r le dio a la higiene bucal era tan
grande que dijo:
"Si no fuera que sería una carga
excesiva para mi nación les hubiera ordenado usar el Siuâk antes de cada
oración". Transmitido por Al-Bujâri y Muslim
‘Â'ishah t
fue preguntada acerca de qué era lo primero que hacía el Profeta r cuando llegaba a su hogar. Ella dijo:
‘Usaba el Siuâk’. Transmitido por Muslim
Lamentablemente algunos musulmanes
descuidan estas enseñanzas que están en el corazón del Islam, y no prestan la
atención debida a la higiene de sus bocas, cuerpos y ropa. Van a la mezquita o
a otras reuniones religiosas o de estudio, e incomodan a sus hermanos con sus
olores desagradables y ofenden a los Ángeles que rodean estas benditas
reuniones. Lo sorprendente es el hecho que ellos escuchan y repiten el Hadîz
del Profeta r que dice que aquel que come cebolla,
ajo o puerro no debe ir a la mezquita porque su aliento puede perturbar a los
Ángeles y a la gente, dice el Hadiz:
"Quien coma cebolla, ajo o puerro
que no se acerque a nuestra mezquita, porque aquello que incomoda a las
personas también incomoda a los Ángeles". Transmitido por Muslim
El Profeta r les prohibió a aquellos que habían
comido estas verduras acercarse a la mezquita, para que la gente y los Ángeles
no se incomoden por su mal aliento. Y estos olores son insignificantes a
comparación con los provenientes de la ropa sucia, calcetines sucios, cuerpos
sucios y bocas descuidadas de algunos individuos desaliñados que ofenden a
otros en cualquier reunión.
El Imâm Ahmad y el Imâm
An-Nasâ'i narraron que Yâbir t
dijo:
El Mensajero de Alá r vino a visitarnos, y vio a una persona
que tenía la ropa sucia, y dijo: "¿Acaso esta persona no encontró nada con
que lavar su ropa?"
Al Profeta r no le gustaba que un musulmán
apareciera ante la gente con la ropa sucia cuando tenía los medios para
lavarlas. Él siempre animó a los musulmanes a vestirse con ropas limpias y a
tener una apariencia aseada y atractiva. Decía r:
"No hay nada malo con guardar dos
vestimentas especiales para los viernes, aparte de la ropa que uno usa
diariamente para trabajar". Transmitido por Abû Daûd e Ibn Mâyah.
Su Isnâd es Sahîh
El Islam continuamente estimula a que
sus seguidores estén limpios, perfumados y aseados. Esto es lo que el Profeta r solía hacer, según nos informó Muslim
citando a Anas Ibn Mâlik quien dijo: ‘Nunca olí un perfume de ámbar o
almizcle que tenga mejor aroma que el perfume emanado del cuerpo del Mensajero
de Alá r’.
Muchos hadices describen la
limpieza de la ropa y cuerpo del Profeta, además de registrar que su sudor
tenía un aroma muy agradable. Si él le daba la mano a una persona, su agradable
olor permanecería en la mano de ese hombre durante el resto del día, y si ponía
su mano en la cabeza de un niño éste se destacaba entre los demás debido al
agradable perfume que le quedaba.
Al-Bujâri menciona en su libro At-Târîj
Al-Kabîr que Yâbir dijo que el Profeta r siempre que pasaba por un lugar la
gente sabía que él había pasado por la agradable fragancia que quedaba en el
ambiente.
En una ocasión el Profeta r durmió en la casa de Anas.
Hacía calor y él transpiró, entonces Umm Anas recolectó algo de su sudor
en una pequeña botella. Entonces el Profeta r
le preguntó por qué lo había hecho, y ella le contestó: ‘Éste es tu sudor;
nosotros lo agregamos a nuestro perfume y se convierte en el mejor de los
perfumes’. Transmitido por Muslim
Los musulmanes deben seguir la orden
del Mensajero de cuidar el cabello y mantenerlo aseado de acuerdo con las
enseñanzas del Islam. Abû Daûd cita de Abû Hurairah t que el Profeta r dijo: "Quien tenga cabello, que lo
cuide adecuadamente".
Cuidar el cabello según las enseñanzas
islámicas incluye lavarlo, peinarlo, perfumarlo y cortarlo adecuadamente.
El Profeta r no quería que la gente dejara su
cabello despeinado y desaliñado, para que no se parezcan a animales salvajes, y
describió a quien tuviera esa apariciencia como un Satán. En Al-Muatta'
del Imâm Mâlik se transmite un Hadîz con un Isnâd Mursal
de ‘Atâ' Ibn Iasâr, quien dijo: El Mensajero de Alá r estaba en la mezquita, cuando entró un
hombre con el cabello y la barba desaliñada. El Profeta r le hizo una seña indicándole que
debería arreglar su cabello y barba. El hombre se retiró e hizo lo que el
Profeta le había indicado, luego volvió. El Profeta r dijo: "¿Acaso está bien venir con
el cabello desaliñado, pareciendo un demonio?"
El Profeta, al asemejar a este hombre
que tenía el cabello desaliñado con Satán nos muestra la importancia que el
Islam le da a tener un aspecto prolijo, limpio y agradable, y cómo desaprueba
ser desaliñado y tener un aspecto repulsivo.
El Profeta r siempre tuvo en cuenta el aspecto de
sus compañeros, y siempre que veía a un hombre falto de prolijidad y con el
cabello despeinado lo criticaba por su apariencia. El Imâm Ahmad y An-Nasâ'i
transmitieron que Yâbir t
dijo: El Mensajero de Alá r
vino a visitarnos, y vio a un hombre que no cuidaba su aspecto y tenía su
cabello despeinado, entonces dijo: "¿No podría encontrar algo con que
peinar su cabello al menos?"
-
Tiene buena presencia
El musulmán correcto cuida su ropa,
tiene un aspecto presentable, pero sin caer en la extravagancia. Tiene buen
aspecto, y es placentero encontrarse con él, pues no incomoda a las personas
con una apariencia descuidada. Siempre verifica su aspecto antes de salir para
encontrarse con alguien, y busca siempre la moderación, debido a que el Profeta
r así lo hacía cuando salía al encuentro
de sus Compañeros o se dirigía a su hogar para ver a su familia.
Dijo el conocido exegeta Coránico Al-Qurtubi
respecto a la siguiente aleya:
{Diles [¡Oh, Muhammad!]:
¿Quién os ha prohibido engalanaros y beneficiaros de todo lo bueno que Alá os
ha proveído?} [7:32]
Makhûl narró que ‘Â'ishah t dijo: Un grupo de los Sahaba
estaba esperando que el Profeta r
saliera, entonces él se arregló para salir a su encuentro. Había un recipiente
con agua en la casa, y mirando su reflejo en él se acomodó su barba y su
cabello. Entonces ‘Â'ishah le preguntó: ¡Mensajero de Alá! ¿Tú también
haces eso? Y él respondió: "Sí. Cada vez que un hombre salga al encuentro
de sus hermanos que se arregle adecuadamente, pues Alá es hermoso y ama la
belleza".
El musulmán hace todo esto de acuerdo
con el ideal islámico de moderación, evitando ambos extremos: la exageración y
la negligencia. Dice Alá:
{Aquellos que cuando hacen
una caridad no dan todo lo que tienen ni tampoco escatiman sino que dan en la
justa medida.} [25:67]
El Islam quiere que sus seguidores, y
sobre todo sus predicadores (Du‘âh) se destaquen en las reuniones por su
buen aspecto. Descuidar la apariencia a tal punto de ser repulsiva ante las
personas en nombre del ascetismo y la humildad no es parte del Islam. El
Profeta r, que era el ejemplo del ascetismo y la
humildad, se vestía decentemente y se presentaba con un aspecto agradable ante
todos, ya sea con su familia como con sus compañeros. Consideró vestirse bien y
tener un buen aspecto como una demostración de las bendiciones de Alá, dijo:
"Alá ama ver en su siervo las
gracias que le ha concedido". Hadîz Hasan transmitido por At-Tirmidhi
y Al-Hâkim
Ibn Sa‘d transmitió en At-Tabaqât que Yundub
Ibn Makîz t dijo: ‘Siempre que llegaba una
delegación que venía para encontrarse con el Mensajero de Alá r, el Profeta r se vestía con su mejor atuendo y le
pedía a sus compañeros que hicieran lo mismo. Yo vi al Profeta r el día en que la delegación de Kindah
vino a verlo, vestir una prenda yemenita, y Abû Bakr y ‘Umar se
vistieron una prenda similar’.
Ibn Al-Mubârak, At-Tabarâni, Al-Hâkim, Al-Baihaqi y otros sabios del Hadiz transmitieron que ‘Umar
2.
El cuidado de su mente
-
El conocimiento es una obligación y una honra para el musulmán
El musulmán correcto cree que ejercitar
su mente, buscar el conocimiento y descubrir las señales de Allah en el
universo son una obligación, porque dice el Profeta al respecto r:
"La búsqueda del conocimiento es
un deber de todo musulmán". Hadîz Hasan transmitido por Ibn
Mâyah
Por consiguiente, el musulmán correcto
busca el conocimiento continuamente durante toda su vida. El hecho de que Allah
ha elevado el rango de aquellos que tienen conocimiento, y los ha descripto
como los que verdaderamente Le temen, debe ser suficiente motivo para estimular
al musulmán a que busque el conocimiento. Allah dice:
{Los más temerosos de Allah
son los sabios de entre Sus siervos...} [35:28]
Temen a Allah aquellos cuyas mentes
están lo suficientemente iluminadas para ver Su grandeza y Su poder manifiestos
en la creación del universo. Allah ha preferido a los sabios por encima de
aquellos que no tienen conocimiento. Dice en el Corán:
{¿Acaso son iguales quienes
saben [los preceptos de su Señor y los ponen en práctica] y quienes no saben?
Por cierto que sólo reflexionan los dotados de intelecto.} [39:9]
Safuân Ibn ‘Assâl Al Murâdi ingresó en la mezquita y le dijo al
Profeta r: ¡Mensajero de Allah! He venido para
obtener conocimiento. El Profeta r
le dijo: "Bienvenido ¡Oh, buscador del conocimiento! Los Ángeles rodean al
buscador de conocimiento con sus alas, reuniéndose a su alrededor en filas uno
sobre otro, hasta alcanzar el primer cielo por amor a lo que él busca".
Transmitido por Ahmad, At Tabarâni, Ibn Hibbân y Al
Hâkim con un Isnâd Sahîh
Los textos que exaltan la virtud del
conocimiento y exhortan a su búsqueda son numerosísimos, por consiguiente el
verdadero musulmán es un estudioso y un buscador de conocimiento.
-
Busca el conocimiento continuamente, hasta su muerte
El verdadero conocimiento no significa
obtener un título o diploma que permitirá ganar un sueldo y garantizará un buen
nivel de vida, después del cual uno deja de estudiar y no continúa explorando
el tesoro del conocimiento; el verdadero saber significa continúar leyendo y
estudiando, aumentando el conocimiento día a día, de acuerdo con las palabras
del Corán:
{Di: ¡Oh, Señor mío!
Acrecienta mi conocimiento.} [20:114]
Nuestros predecesores virtuosos (los salaf)
nunca dejaron de buscar la forma de aumentar el conocimiento, no importa que
tan alto nivel de saber habían logrado, ellos continuaban su búsqueda hasta el
final de sus vidas. Sostenían que el conocimiento vivía y crecía con su continua
búsqueda, y que se marchitaba y perecería cuando era ignorado y abandonado. Se
atribuyen muchas anécdotas que elocuentemente expresan el respeto que le tenían
al conocimiento y a la constante dedicación para adquirirlo. Por ejemplo, el Imâm
Ibn ‘Abd Al Barr informó que Ibn Abî Gassân dijo: ‘Mientras estás
buscando el conocimiento eres conocedor, pero si abandonas la búsqueda te
vuelves ignorante’.
El Imâm Mâlik dijo: ‘Quien tiene
conocimiento no debe dejar de buscarlo’.
Se le preguntó al Imâm ‘Abdullah Ibn
Al-Mubârak: ¿Durante cuánto tiempo buscarás el conocimiento? Respondió:
‘Hasta que me muera, porque puede ser que todavía no haya encontrado lo que más
me beneficiará’.
Se le preguntó al Imâm Abû ‘Amr Ibn
Al-‘Alâ': ¿Durante cuánto tiempo le corresponde a una persona buscar el
conocimiento? Respondió: ‘Durante toda su vida’.
El Imâm Sufiân Ibn ‘Uiainah dio
una excelente respuesta cuando se le preguntó: ¿Quiénes son los más necesitados
de buscar el conocimiento? Dijo: ‘Aquellos que tienen más conocimiento’. Y
cuando fue preguntado el porqué, contestó: ‘Porque si ellos cometen un error es
más grave’.
El mismo concepto tenía el Imâm Fajr
Ad-Dîn Ar-Râzi (606 d.H.), era Mufassir (exegeta del Corán) y un
estudioso de la filosofía (‘Ilm Al-Kalâm), que Allah le perdone, y otras
disciplinas, y autor de numerosas. Allah le concedió tal reconocimiento en la
sabiduría que la gente, concurría de todas partes para verlo. Cuando visitó la
ciudad de Meru (en Turkmenistán), muchos sabios y estudiantes se
acercaron para tener el privilegio de escucharlo y aprender de él. Entre los
buscadores de conocimiento que asistieron se encontraba un joven de menos de
veinte años que era muy versado en literatura y genealogía. Cuando el Imâm
Fajr Ad-Dîn se dio cuenta que este discípulo era especialista en
genealogía, una ciencia que él conocía poco, le pidió que le enseñara. No
encontró inaceptable volverse estudiante de su estudiante, y le hizo incluso
sentarse en el lugar del maestro mientras él se sentaba a sus pies. Así era el proceder
del Imâm Fajr Ad-Dîn Ar-Râzi, y esto no disminuyó su elevado rango de
ser el Imâm de su época.
Esta extraordinaria historia fue
contada por el historiador y literario Iâqût Al-Hamaui en su libro Mu‘yam
Al-‘Udabâ' (Diccionario de literatos), donde se encuentra una biografía de ‘Azîz
Ad-Dîn ‘Ismâ‘îl Ibn Al-hasan Aِِِl-Maruazi, con el cual Iâqût se encontró
y pasó mucho tiempo, y aprovechó para escribir una biografía de él. En esta
biografía dice:
‘Azîz Ad-Dîn me dijo: El Imâm
Fajr Ad-Dîn Ar-Râzi fue a Meru. Él tenía una gran reputación, a tal
punto que nadie se atrevía a discutir con él y apenas respiraban en su
presencia. Yo fui a estudiar con él. Un día me dijo: ¿Podrías escribirme un
libro sobre la genealogía de Tâlibiiûn (los descendientes de Abû Tâlib)?
para que yo pueda estudiarla, porque no quiero seguir siendo un ignorante al
respecto. Entonces le pregunté: ¿Lo quieres presentado como un árbol
genealógico, o escrito como una narrativa? Él dijo: Un árbol genealógico no
puede ser estudiado de memoria. Yo quiero algo que pueda memorizar. Entonces me
marché y escribí el libro, al que llamé Al-Fajri. Cuando se lo traje, lo
tomó, se levantó de su almohadón, se sentó en la estera, y me dijo que me
sentase en su lugar, el cual había dejado vacante. Yo pensé que eso era
demasiado, y le dije: Soy tu sirviente. Pero me reprimió severamente
diciéndome: Siéntate donde yo te digo. Allah sabe que no tenía otra opción más
que sentarme donde me indicó. Luego me empezó a leer el libro, mientras estaba
sentado a mis pies, y me preguntaba por algo cuando no entendía, hasta que lo
terminó. Cuando finalizó dijo: Ahora siéntate donde quieras, porque en este
campo de conocimiento tú eres mi maestro y yo soy tu discípulo, y lo correcto
es que el estudiante se siente a los pies de su maestro. Así que me levanté, y
él se sentó en su lugar, y yo empecé a leerle, mientras estaba sentado sobre el
almohadón del que se había levantado anteriormente’.
Después de citar esta historia, Iâqût
dijo: ‘Éstos son buenos modales, demuestran un alto rango’.
¡Qué grande era el amor y el respeto
que estos sabios le dieron al conocimiento! Lo consideraban muy importante; la
generación actual debería aprender de la actitud de sus antepasados.
-
Lo que los musulmanes necesitan saber
La primer cosa que el musulmán necesita
saber es cómo leer correctamente el Corán (ciencia del Tayuîd) y
entender su significado. Luego deben aprender doctrina, algo de la ciencia del Hadîz,
la biografía del Profeta r,
y la historia de los Sahâbah y los Tâbi‘în, que son las más
destacadas figuras del Islam. También deben adquirir conocimiento de
legislación Islámica (Fiqh), el necesario para asegurar que sus actos de
adoracón y su proceder diario sean correctos, así como deben tener un
conocimiento legítimo de los principios básicos de la doctrina. Éste es el
deber del musulmán que no es un especialista en Sharî‘ah.
Si es especialista en una ciencia
islámica, entonces debe hacer el mayor esfuerzo en aprender su especialidad
completamente y tener éxito en la misma.
-
Debe ser competente en su especialidad
Además de esto, el musulmán no descuida
su especialidad sino que le presta mucha atención. Como musulmán sabe que es
una obligación religiosa trabajar en su campo de especialización, ya sea en el
área de las ciencias islámicas o en otros campos como las ciencias empíricas,
tales como la matemática, física, química, ingeniería, astronomía, medicina, o
la industria y el comercio. Por consiguiente, debe ser hábil en el campo
en el cual se ha especializado.
El Profeta r dijo en un conocido Hadiz:
“Allah ama que si una persona desarrolla una actividad, la perfeccione”.
El Islam ha hecho del conocimiento un
deber, aquel que lo busca se acerca más a Allah y lo adopta como un medio para
ganarse Su complacencia. Por eso vemos que los sabios de las primeras
generaciones daban énfasis a estos principios sublimes en los prólogos de sus
libros, porque a través del conocimiento que ellos divulgaban, buscaban ganarse
la complacencia de Allah, y presentaban los resultados de sus estudios puramente
por Su causa.
-
El musulmán comprometido esTUDIA Otro idioma
No se olvida de prestarle atención al
conocimiento del idioma árabe, porque es una demanda de la vida Islámica
contemporánea para comprender completamente su religión.
Hace quince siglos, el Profeta r estimuló el estudio de idiomas para
que los musulmanes pudieran comunicarse con las demás naciones y razas, y
puedan así transmitirles el verdadero mensaje que Allah les había confiado para
que lo proclamaran a lo largo del mundo. Tenemos evidencias de esto en el Hadîz
narrado por Zaid Ibn Zâbit t
en el cual expresa que el Profeta r
le dijo:
"¡Zaid! Aprende la
escritura de los judíos, pues juro por Allah que no me fío en que ellos
escriban mis cartas". Dijo Zaid: ‘Entonces la aprendí, y sólo me
tomó un mes dominarla. Luego yo le escribía al Profeta r las cartas que él les enviaba, y le
leía las que él recibía’.
En otro relato se narra: El Mensajero
de Allah r me preguntó: "¿Conoces el arameo?
Recibo cartas en ese idioma". Yo le respondí: No. Él me dijo:
"Entonces apréndelo". Y lo aprendí. Transmitido por At-Tirmidhi,
quien dijo: Es un Hadîz Hasan Sahîh
Por esto Ibn Az-Zubair t dominaba varios idiomas, pero el
aprendizaje de los mismos no lo distrajeron de su religión y de su preparación
para la otra vida. Tenía más de cien empleados y a cada uno le hablaba en su
idioma. Cuando se ocupaba de los asuntos mundanos, parecía ser de los que no
pensaban en la otra vida, y cuando se dedicaba a la adoración y la devoción,
parecía que no pensaba en esta vida. Transmitido por Al Hâkim en Al-Mustadrak
3/549, y Abû Na‘îm en Al-Hiliah 1/334
En la actualidad, más que antes, el
musulmán necesita dominar otros idiomas para poder difundir el Islam y
defenderlo de sus detractores.
3.
El cuidado de su alma
Mientras está cuidando sus necesidades
físicas y mentales, el musulmán correcto no se olvida que no sólo está formado
de un cuerpo y una mente sino que también tiene un alma apasionada y sensible,
cuyos anhelos lo motivan a alzarse a la consagración y a la devoción buscando
las bendiciones de Allah y preservándose de Su castigo.
-
Embellece su alma a través de la adoración
Es obligación del musulmán cuidar su
alma, por ello la purifica y pule a través de la adoración constante y el
conocimiento de Allah, noche y día. Está atento al engaño de Shaitân y a
su malicioso susurro, y si en algún momento de debilidad los malos pensamientos
invaden su mente recuerda a Allah y de esta manera transita por el Sendero:
{Por cierto que los
piadosos, cuando Satanás les susurra, invocan a su Señor y entonces pueden ver
con claridad.} [7:201]
El Profeta r les decía a sus Compañeros:
"Renovad vuestra fe". Entonces le fue preguntado: ¡Mensajero de
Allah! ¿Cómo hacemos para renovar nuestra fe? Y él respondió: "Digan
frecuentemente La ilâha illa Allah". Transmitido por Ahmad
con un Isnâd Yaiid
El musulmán busca fortalecer su alma a
través de variadas formas de adoración que realiza por obediencia y temor a
Allah, como leer el Corán reflexionando sobre sus profundos significados,
recordar a Allah con humildad de corazón, y orar concentrada y devotamente. Así
llega a un punto que estos actos de adoración se vuelven parte de su vida y no
los abandona. Eso desarrolla y refuerza su sentimiento, hasta que en todas sus
situaciones está alerta y consciente de que Allah lo está observando, y por
ello no perjudica a sus semejantes ni se desvía del camino recto.
-
El musulmán correcto se junta con las personas virtuosas y asiste a reuniones
de conocimiento
El musulmán busca alcanzar un elevado
estado juntándose con personas piadosas que comparten entre sí el conocimiento,
y se aconsejan mutuamente la verdad (Al-Haqq), la paciencia y constancia
(As-Sabr), frecuentando reuniones religiosas donde el nombre de Allah es
mencionado continuamente, donde hay discusiones sobre la grandeza de las
enseñanzas islámicas respecto a la Tarbiah (la educación y el
desarrollo) del individuo, la familia y la comunidad, y donde aquellos
presentes reflexionan sobre el poderío de Allah, el Altísmo, el Omnipotente,
Aquel que no se Le escapa nada de lo que hay en los cielo y en la Tierra, y
meditan en la maravilla de la creación del universo y el hombre. En estas
reuniones las almas se purifican, los corazones se fortalecen y la totalidad
del ser se inunda de fe.
‘Abdullah Ibn Rauâhah t
siempre que se encontrara con uno de los Compañeros del Profeta r le decía: ‘Ven y adoremos a Allah unos
momentos’. Cuando el Profeta r
se enteró de esto dijo: "¡Qué Allah tenga misericordia de Ibn Rauâhah!
Pues él ama las reuniones a las que los Ángeles se sienten orgullosos de
asistir". Transmitido por Ahmad con un Isnâd Hasan
El califa bien guiado ‘Umar ibn
Al-Jattab t solía tomar un descanso regular
dejando sus numerosos deberes como gobernante. Entonces tomaba de la mano a uno
o dos hombres y les decía: ‘Vengan, aumentemos nuestra fe’. Y se sentaban a
recordar a Allah en la mezquita. Haiâh As-Sahâbah, 3/329
Incluso ‘Umar t, que era tan virtuoso y realizaba
tantos actos de adoración, sentía la necesidad de vez en cuando de purificar su
alma. Se alejaba durante algún tiempo de los quehaceres y preocupaciones de
esta vida para purificar su corazón y alma.
Mu‘âdh Ibn Yabal t
le decía a menudo a sus compañeros cuando estaban caminando: ‘Sentémonos a
adorar a Allah al menos unos instantes’.
El musulmán correcto es responsable de
fortalecer su alma y purificar su corazón. Se esfuerza siempre en alcanzar un
nivel superior, y evita debilitarse.
Dice Allah:
{Por el hombre y Quien lo
creó, y le enseñó el camino del bien y del mal, que por cierto que obtendrá el
éxito [en la otra vida] quien purifique su alma [apartándose de los pecados], y
estará perdido quien la pervierta [siguiendo sus pasiones].} [91: 7-10]
Por eso al musulmán se le exige escoger
a sus amigos cuidadosamente y adherirse sólo a las reuniones que le aumentan su
fe, Taqua y visión. Debe evitar las malas compañías de los demonios
humanos, y alejarse de los que se juntan para cometer pecados y desobedecer a
Allah porque esto corromperá su alma:
Dice Allah en el Corán:
{Reúnete con quienes invocan
a su Señor por la mañana y por la tarde anhelando complacerle. No te apartes de
ellos inclinándote por el encanto de la vida mundanal. No obedezcas a quien
hemos hecho que su corazón se olvide de Nosotros, sigua sus pasiones y se
extralimite en sus acciones.} [18:28]
-
El musulmán correcto repite frecuentemente las súplicas que enseñara el Profeta
r
Esta es otra manera mediante la cual el
musulmán puede fortalecer su alma y conectar su corazón a Allah, repitiendo las
súplicas que el Profeta r
decía en distintas ocasiones.
Existe una súplica (un Du‘â')
que él decía cuando salía de su hogar y otro cuando ingresaba, también hay uno
para despedir a un viajero y otro para darle la bienvenida, uno para vestir
ropa nueva, otro para acostarse, otro al despertarse, uno para cada situación
de la vida. Además el Profeta r
pedía a Allah que lo guiara, lo protegiera del error, lo cuidara y le destinara
lo bueno. Todo esto lo podemos encontrar en los libros de hadices y
súplicas. Por ejemplo, se puede recurrir al libro “la fortaleza del musulmán (hisnul
Muslim)”. El Profeta r
enseñaba estas súplicas a sus Compañeros, y los exhortaba a que los repitieran
en los momentos apropiados.
El musulmán inteligente es perspicaz en
el aprendizaje de estas súplicas y ruegos, siguiendo el ejemplo del Profeta r y sus distinguidos compañeros. Los
repite en los momentos apropiados, tanto como puede. De esta manera su corazón
permanece en contacto con Allah, y su alma se fortalece y purifica. A través de
estos ejercicios espirituales el Profeta r
entrenaba las almas de la primera generación de Sahâbas para que se
purificasen. El Islam forjó un gran milagro en la formación de una generación
refinada y superior que fue única en la historia de la humanidad, la cual
alcanzó maravillosos logros en pocos años.
El verdadero musulmán, hoy más que
nunca, necesita entrenar su alma para alcanzar ese alto nivel y poder
sobrellevar la pesada responsabilidad de ser un musulmán y difundir el mensaje
del Islam.
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