Peace & Security in Islam Spanish Language | Paz y seguridad en El Islam
Peace and security in Islam Spanish Language Paz y seguridad en El Islaam
En el nombre de Alá, el Compasivo, el Misericordioso!"Cuanto más sabes acerca de Alá, Mahoma, el Islam, más los amas"
La relación entre el Islam y la paz (Salam)
Quizás la mejor forma de comenzar una discusión sobre
la relación entre el Islam, la paz y la seguridad, es repetir una afirmación
que se oye a menudo en boca de los musulmanes por estos días: “Islam significa
paz”. Si quien hace esta afirmación quiere decir que el significado actual de
la palabra Islam es paz, entonces está definitivamente equivocado. Es verdad
que la palabra Islam y la palabra árabe salam que significa paz, tienen
una raíz lingüística común. Esto demuestra que hay una relación entre ambas.
Pero es de vital importancia comprender en qué consiste esta relación.
La palabra Islam es el sustantivo del verbo áslama.
Este verbo se define como “entregarse o abandonarse a algo”. Cuando se usa en
el lenguaje religioso y con respecto a Dios, significa “entregarse o
abandonarse a Dios voluntariamente” [1]. Así, la palabra Islam
hace referencia al acto de una persona que reconoce a Dios como su Señor, se
somete a Él voluntariamente y lo adora.
Comprender esto es de vital importancia para entender
la relación entre el Islam y la paz. El Islam, entendido como la entrega y
sumisión voluntaria a Dios, es lo que conduce a la verdadera paz. La paz
verdadera, tanto interior como exterior, es el resultado de una correcta
implementación del Islam. Por supuesto, a lo que nos referimos no es solamente
a la paz como una ausencia de lucha o conflicto. La paz significa mucho más que
eso. Uno puede estar libre de las guerras y sin embargo estar sumido en la
ansiedad, desesperación y la carencia de paz. Intentamos referirnos a un
significado más completo de la paz. El Islam trae a las personas una
tranquilidad y paz espiritual integrales, que es el resultado de darse cuenta
que uno está creyendo y actuando en concordancia con la guía de su Creador.
Esta paz interior se esparcirá dentro de la familia, la comunidad, la sociedad
y el mundo entero[2]. Es una forma especial
de tranquilidad que sólo puede ser producida por una fe apropiada en Dios. Por
eso, Dios dijo:
“Os ha llegado de Dios una luz y un Libro claro, con el cual Dios guía,
a quienes buscan Su complacencia, hacia los caminos de la paz”. (Corán 5:15-16)
De hecho, Dios convoca a la humanidad a morar en la
paz eterna:
“Dios convoca a la morada donde reina la paz y guía a quien Le place
hacia el sendero recto”. (Corán 10:25)
Para aquellos que siguen Su camino, su recompensa
final será la morada de la paz:
“Y ellos tendrán una morada donde reinará la paz junto a su Señor”.
(Corán 6:127)
En resumen, no es correcto decir que el Islam
significa paz; pero, ciertamente, sólo el Islam, la entrega voluntaria a Dios,
trae verdadera paz.
Cómo el Islam nos acerca y conduce a la paz
Una paz verdadera y completa en el mundo sólo podrá
lograrse cuando cada individuo alcance su propia paz interior. Esto sólo puede
conseguirse a través del Islam, es decir, de la verdadera sumisión a Dios. Este
es el camino que mejor se adapta a la esencia natural del ser humano. De hecho,
el camino de la paz es lo que podríamos llamar la verdadera vida. Dios dijo:
“¡Oh, creyentes! Obedeced a Dios y al Mensajero cuando os exhortan a
practicar aquello que os da vida”. (Corán 8:24)
Conocer a Dios es lo que puede conducirnos al
verdadero sosiego del alma. Si una persona no conoce a Su Creador, su alma
estará siempre anhelando algo que falta en su vida. Estará siempre agitado y
confuso. Y aún cuando esté buscando a otros señores aparte de Dios,
eventualmente caerá en la desesperación cuando se dé cuenta de que todo aquello
que busca no es el verdadero Ser que su corazón anhela.
El Sheij al-Islam Ibn Taimíyah (que Allah tenga
misericordia de él) escribió:
“Debes saber que la necesidad del ser humano por Dios
[3], quien merece que se Le
adore sin asociarle nada, es una necesidad que no tiene comparación y sobre la
cual uno no puede hacer una analogía. En algunos aspectos, uno podría
compararla con la necesidad del cuerpo por el agua, es decir con la sed. Sin
embargo, aún hay mucha diferencia entre ambas necesidades.
La realidad de un ser humano está en su corazón y en
su alma. No puede prosperar excepto a través de su relación con Dios, junto a
quien no hay otra divinidad. Por ejemplo, no hay paz en este mundo excepto en
la remembranza de Dios.
Ciertamente, cada ser humano se encontrará
irremediablemente con Él, sin duda debe encontrarse con Él. No hay verdadera
bondad para él si no se reúne con Dios[4]. Si el ser humano
experimenta alguna otra alegría, placer o felicidad que no es Dios, eso no
durará por mucho tiempo. La persona sólo la disfrutará en un momento
determinado y durante un tiempo determinado. De hecho, a veces aquello que
disfruta y de lo cual obtiene placer, no le complacerá ni le traerá verdadera
felicidad. A menudo estas cosas lo hieren y le perjudican. Pero Dios está
definitivamente con él bajo toda circunstancia y en todo momento. Donde sea que
él esté, Dios está con él…
Si alguien adora a cualquier otra cosa que no sea
Dios, aún si ama eso y obtiene en este mundo algún placer de ello, eso lo
destruirá de la misma forma que quien ingiere veneno que tiene un sabor dulce y
agradable.
Debes saber que si alguien ama alguna cosa no por la
causa de Dios –es decir, no para complacer a Dios– sino por una razón
diferente; entonces, definitivamente la cosa amada será causa
sufrimiento… Debes saber que si alguien ama alguna otra cosa ajena a la causa
de Dios, entonces la cosa amada causará su condenación y su castigo… Si alguien
ama algo por una razón diferente a la complacencia de Dios, tal cosa lo
perjudicará ya sea que la obtenga o no…”[5].
Toda la riqueza y los bienes de este mundo no serán
capaces de traerle al ser humano tal sosiego interior. Abu Hurairah narró que
el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo:
“La verdadera riqueza no se alcanza acumulando
propiedades y bienes, sino que reside en la paz interior” [6].
Otro reporte afirma:
“La verdadera riqueza es la riqueza del corazón. La
verdadera pobreza es la pobreza del corazón” [7].
Una vez que el individuo está en paz consigo mismo, libre de la ansiedad y la insatisfacción interior, puede entablar relaciones pacíficas con su entorno y con su prójimo. No tendrá razones para sentir resentimientos hacia el resto del mundo ni podrá culpar a los demás por su propia falta de paz interior. De hecho, teniendo en cuenta que su meta está en el Más Allá, no tiene razón aún para sentir ira o envidia hacia su prójimo por aquello que han recibido en este mundo, cierto es que la ira y la envidia golpean las raíces mismas de la relación pacífica con otros.
Al liberarse de la ansiedad y la inquietud, la actitud
del ser humano debe cambiar definitivamente afectando la forma en la que
interactúa con los demás. Esto comienza con aquellos que están más cercanos a
él en su familia, y se extiende a sus vecinos, otros integrantes de su
comunidad y eventualmente a la humanidad como un todo. Así, el Islam establece
una estructura social entera en la cual las personas interactúan unos con otros
a través de las relaciones, derechos y obligaciones, en formas que les acercan
a una coexistencia pacífica. Los hijos reconocen los derechos de sus padres
sobre ellos, mientras que los padres reconocen los derechos de sus hijos sobre
ellos. Los esposos y las esposas caminan juntos, no como competidores sino como
compañeros, cooperando para producir un hogar pacífico y amoroso. Ciertamente,
Dios ha señalado que en esta relación que Él encomienda ha creado un gran signo
para quienes reflexionan:
“Y entre Sus signos está haberos creado esposas de entre vosotros para
que encontréis en ellas sosiego, y puso entre vosotros amor y misericordia. Por
cierto que en esto hay signos para quienes reflexionan”. (Corán 30:21)
Así, Dios ha promulgado leyes firmes para proteger la
santidad del hogar, tal como las leyes que castigan el adulterio, la
fornicación y la calumnia. La razón es que el hogar y la familia son la
fundación de la sociedad en su conjunto. Si no hay paz dentro del hogar,
difícilmente puede uno esperar que sus integrantes tengan éxito y sean
pacíficos en un estado de perturbación, ni que se conviertan en miembros
beneficiosos para una sociedad.
Ya que el Islam no abarca solamente lo que se conoce
tradicionalmente como la ley, sino también la ética del comportamiento y la
conducta, provee una guía detallada sobre la forma más correcta en que deben
interactuar entre sí los miembros de la sociedad. Se hace un gran énfasis en el
respeto mutuo, para que cada miembro de la sociedad sea consciente de que es
parte de una unión mayor que implica derechos y obligaciones. Este sentimiento
mutuo da como resultado una sociedad satisfecha y pacífica, en la cual cada
individuo toma en consideración el bienestar y las necesidades de los demás
miembros de la sociedad.
De esta forma, cuando el Islam es puesto en práctica,
las personas encuentran paz alrededor suyo, en su interior y a través de la
sociedad entera. De hecho, aún la paz del mundo sólo puede lograrse
verdaderamente cuando hay justicia. En los años recientes, más y más personas
se han dado cuenta de este hecho y han enfatizado “No hay paz sin justicia”. La
justicia es a menudo un eslogan usado para ir a la guerra y no más que eso.
Pero no puede haber verdadera justicia ni paz hasta que las personas se eleven
por encima de los intereses nacionales, étnicos, económicos o políticos. Ni
puede haber verdadera justicia o paz en tanto la gente crea que se puede hacer
la guerra a otras naciones simplemente por intereses económicos, como por
ejemplo, usurpar y aprovecharse de los recursos naturales de una nación
extranjera. La verdadera justicia sólo podrá darse cuando las personas
consagren sus vidas a Dios, aplicando Sus preceptos y haciendo a un lado su egoísmo
y sus caprichos de sus decisiones.
En el Más Allá, obviamente, la paz eterna solamente
será alcanzada a través de la fe en Dios y de seguir Sus preceptos. Una vez
más, Dios nos dice claramente a qué está convocando a la humanidad:
“Dios convoca a la morada donde reina la paz y guía a quien Le place
hacia el sendero recto”. (Corán 10:25)
Antes de terminar de reflexionar sobre la paz, hay una
pregunta muy importante, pero tal vez su estudio completo está fuera del
alcance de este artículo: ¿Puede una persona tener verdadera paz interior
cuando la vida que está viviendo no le muestra ninguna pista o señal de qué es
lo que encontrará en el Más Allá o si hay alguna conexión entre ambas
realidades, o si incluso parece haber alguna contradicción entre ellas? Por
ejemplo, el capitalismo, el socialismo y la democracia, todos prometen lograr
algo en este mundo, pero no ofrecen al individuo nada con respecto al Más Allá.
Por eso, estos sistemas dejan un vacío en las vidas de los individuos que evita
que lleguen a una paz verdadera. El resultado es que el individuo puede tratar
de dividir su vida: ser secular con respecto a este mundo mientras posee alguna
forma de creencia espiritual acerca del Más Allá. Pero, ¿cómo puede saber si
sus metas mundanas son compatibles con lo que sus enseñanzas espirituales le
dicen que le sucederá en el Más Allá? ¿Debe volverse esquizofrénico? Aún peor,
¿qué pasa si las enseñanzas espirituales en las que él cree en realidad apuntan
al hecho de que su vida mundana está errada, tal como cuando sus enseñanzas
espirituales le dicen que este mundo al igual que las necesidades del cuerpo
son malignos por naturaleza? ¿Cómo pueden individuos con esta creencia tener
paz verdadera?
Cómo el Islam nos trae seguridad
La seguridad sólo puede ser considerada un corolario
final sobre el tema de la paz. Los factores que traen paz contribuyen al
establecimiento de la seguridad.
Probablemente, la primera cosa que viene a la mente de
la gente cuando piensan en la seguridad es que tiene que ver con las leyes. Las
leyes son definitivamente importantes para la seguridad, ya que establecen los
parámetros para un comportamiento aceptable. De hecho, el Islam es una religión
que no solamente provee principios generales para la vida sino también leyes
específicas y detalladas. Estas leyes traen paz y seguridad. La paz y la
seguridad serán indudablemente la meta de cualquier sociedad. Sin embargo, Dios
es el Único que tiene conocimiento de Su creación para ser capaz de determinar
las leyes que pueden traernos paz y seguridad. Los seres humanos experimentan y
se esfuerzan pero no alcanzan un consenso acerca de los resultados. Podemos
señalar el ejemplo de la pena de muerte. Se argumenta que la pena de muerte es
uno de los disuasivos más poderosos contra los crímenes mayores. Sin embargo,
la Unión Europea la ha prohibido completamente. En Estados Unidos, el pueblo
vacila tanto a favor como en contra, nunca están completamente seguros de si es
buena o no. En realidad, nunca serán capaces de estar seguros. Por eso, siempre
estarán adivinando y suponiendo. Aún la Unión Europea, que está completamente
en contra, está en realidad completamente en contra de ella sin basarse en nada
más que conjeturas. Por otro lado, una de las principales metas de la ley
islámica es la preservación y continuación de la vida. Como parte de esta meta,
la ley de la retribución (ley del Talión) y la pena de muerte es parte de la
ley islámica. Estas leyes no tienen el objetivo simplemente de castigar. Tales
leyes tienen en realidad el objetivo de proteger la vida, como Dios dijo:
“La ley del talión es una medida para preservar vuestras vidas y
amedrentar a los homicidas, ¡oh, dotados de intelecto!” (Corán 2:179)
Estas afirmaciones provienen del Único que puede
hacerlas, y el Único que conoce la realidad. Así, alejándose de la guía de
Dios, los seres humanos siempre andarán a tientas; por lo tanto, parece que
nunca serán capaces de divisar un sistema social completo por sí mismos, que
verdaderamente pueda producir paz y seguridad. Así, el Islam, la religión del
Creador, es la única forma de vida que puede garantizar la seguridad.
Las leyes por sí solas no pueden traer paz y seguridad. Esto conduce a
otro factor muy importante que coloca al Islam en una esfera diferente a la de
los intentos humanos de lograr la paz y la seguridad. El primer y más
importante factor que contribuye a la seguridad no tiene que ver con las leyes,
sino con lo que hay en el corazón de los individuos. La meta final de la ley
islámica es establecer, fortalecer y apoyar la fe en los individuos y en la
comunidad como un todo. Como discutimos antes, la fe trae paz al corazón, la
cual inmediatamente apaga los sentimientos de violencia hacia los demás.
Además, parte de esta fe consiste en ser consciente Dios (taqwah) en
nuestro corazón. Como señalamos anteriormente, esta fe y temor trae paz, pero
también nos lleva a controlar nuestras acciones. Uno debe comportarse dentro de
un marco de principios generales, y uno de estos principios es el
establecimiento de la paz y la seguridad. Si uno está enfadado, por ejemplo,
comprende que no tiene el derecho de ir a su lugar de trabajo y comenzar a
dispararle a cualquiera que se cruce, como ha sucedido en más de una ocasión en
Estados Unidos durante los últimos años. Por lo tanto, hay límites para el
comportamiento que garantizan la seguridad y la paz.
Hay en realidad un punto muy importante que subraya la perspectiva de
una persona en la vida, que nuevamente desemboca en la paz y la seguridad. Esta
fe y temor de Dios ofrecen un propósito a nuestras vidas y un entendimiento del
noble Creador. Esta vida no carece de significado. No es el resultado de alguna
azarosa combinación de la materia. De la misma forma, los seres humanos no
somos simplemente los descendientes de otros animales. Este entendimiento en sí
mismo tiene un profundo efecto en las acciones de los individuos. Personalmente
he tenido experiencia trabajando en las prisiones de Estados Unidos. Cuando a
numerosos presos se les pregunta por qué han cometido esos crímenes, la
respuesta invariablemente era “¿por qué no?”. La única preocupación que ellos
tenían era si podían cometerlos sin ser atrapados. No se hacían ningún
cuestionamiento sobre su responsabilidad hacia su Creador ni le atribuían
ningún sentido ni propósito a la vida. Ciertamente, uno no puede argumentar
mucho contra su manera de pensar si se es lo suficientemente tonto para creer
que nuestra vida no tiene ningún propósito y sucede por mera casualidad.
Sin embargo, la persona no sólo debe controlar sus acciones a través de
la fe y la consciencia de Dios, sino que debe desarrollar un deseo
correspondiente hacia aquello que es bueno. Sobre este punto, se puede tomar el
ejemplo de la prohibición en Estados Unidos en 1919. Esta ley fue el resultado
de la embriaguez generalizada, como también del incremento del crimen y la
violencia. Aún cuando la gente podía ver la sabiduría detrás de esta ley y
creía en ella, y el porqué había sido implementada, muchos de ellos no tenían
nada en su corazón que les impulsara a obedecerla y cumplirla. Cuando uno cree
en Dios y en Sus leyes, la situación es muy diferente. Desarrolla un rechazo
interior hacia los actos que prohíben. El creyente reconoce que el acto en sí
mismo es malvado, y aún más, que desagrada a Dios. Así, el creyente se abstiene
con sus mejores habilidades de tales actos ilegales. Y como el cumplimiento de
las leyes de Dios dan como resultado la seguridad, este es el resultado que
encontramos.
Lo que más contribuye a la implementación de las leyes de Dios que
garantizan la seguridad, es el énfasis que pone el Islam en el espíritu de la
comunidad. En los últimos años en Estados Unidos, como una reacción a la falta
de paz y seguridad, muchas comunidades desarrollaron lo que se conoce como
guardias vecinales. Esto es cuando los vecinos se cuidan los unos a los otros y
colaboran entre sí. La meta no es simplemente señalar posibles brechas en la
seguridad, sino hacer que la gente se dé cuenta de que son parte de una
comunidad y que deben interesarse en lo que les sucede a otras personas en su vecindario.
Por supuesto, lo que ellos han desarrollado no puede compararse a la clase de
espíritu comunitario y hermandad que se desarrolla dentro del Islam. La
realidad es que algunas personas son más débiles y pueden fácilmente ser
sobrepasados por sus deseos o por otra gente malvada. Ellos necesitan gente que
los apoye y controle para que no se aparten del camino recto y les ayuden a
superar su debilidad. Así, el espíritu de hermandad en el Islam es permeable a
la obligación de cuidarse los unos a los otros, incentivarse los unos a los
otros en el bien y evitar los males. Dios dijo:
“Los creyentes y las creyentes son aliados unos de otros, ordenan el
bien y prohíben el mal”. (Corán 9:71)
El Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo:
“Los creyentes son como los ladrillos de un edificio; se apoyan y
fortalecen los unos a los otros” [8].
Esta relación entre el individuo y la sociedad, al igual que el espíritu
detrás de los programas de guardias vecinales, traerán paz y seguridad a los
individuos de una sociedad.
El Islam toma en consideración tanto esta vida como el Más Allá. De
hecho, enlaza la una con la otra. Uno podría argumentar que sólo a través de
esta relación íntima se puede alcanzar la verdadera paz y seguridad. La guía
debe provenir de Dios, y sólo puede provenir de Él, para conocer las creencias,
leyes y pasos que nos llevarán a esa paz y seguridad. A través del Islam el
individuo puede alcanzar la paz interior. Eso le permitirá estar en paz con los
demás. Al mismo tiempo, tiene las leyes que necesita para asegurar la paz y
seguridad para la sociedad.
[1] E. W. Lane, Arabic-English Lexicon
(Cambridge, England: The Islamic Texts Society, 1984), vol.1, p. 1413.
[2] Sobre este punto, se puede leer a Sayyed
Qutb, Islam and Universal Peace (Indianapolis, IN: American Trust Publications,
1977).
[3] La palabra usada por
Ibn Taimiah es ‘abd (siervo o esclavo); en todo caso, es inherente a todo ser
humano.
[4] Esto es debido a que
la naturaleza misma del alma añora el encuentro con su Creador.
[5] Ibn Taimiah, Maymu,
vol. 1, pp. 24-29.
[6] Registrado por
al-Bujari y Muslim.
[7] Registrado por Ibn
Hibbaan. De acuerdo con al-Albaani, es auténtico. Ver al-Albaani, Sahih
al-Yaami al-Saghir, #7816.
[8] Sahih Al-Bujari y Sahih Muslim.
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